ZOMBIELAND y LA CULTURA DE LA MUERTE
Por
definición (si es que existe una definición más allá del entorno
Hollywoodense), un Zombie es aquel ser que una vez muerto, fue resucitado a
través de poderes mágicos, por una persona que lo vuelve su esclavo. En esta
nueva “vida”, el Zombie no tiene voluntad alguna, simplemente OBEDECE Y ACATA
los mandatos de su amo.
Venezuela
se ha convertido en una suerte de ZOMBIELAND (Ciudad de los Zombies). Muchos de
sus habitantes deambulan como seres carentes de voluntad propia, como si fueran
víctimas de un influjo. “Compren aquí”, “vayan para allá”, “viajen a estos
sitios”, “coman esto”…..Y nadie cuestiona el status quo.
Estamos
rodeados, invadidos, gobernados y controlados por muertos. Sí señor, leyeron
bien. Un país donde diariamente el Himno Nacional, es cantado por un muerto, en
donde en decenas de emisoras de radio se oye hablar (y hasta cantar) a un
muerto; en donde en cuanto acto público, bien sea en cadena nacional o no, se
menciona al menos una docena de veces a UN MUERTO.
En donde los pensamientos y
discursos de un muerto son estudiados (incluso en cátedras de instituciones
castrenses), donde en las inmediaciones de nuestra asamblea nacional se
habilita un toldo, con un televisor y unas sillas, para que los sin oficio vayan a pasar el día viendo aquel famoso y maratónico bodrio comunicacional que
conducía el difunto, ustedes me dirán.
Y
de seguro más de uno replicará: “¿Es que acaso no se estudia también a Bolívar, a
Churchill, a Napoleón, y ellos también están muertos?”. Bueno: creo que no me
alcanzarían los mega bytes de mi plan de navegación, ni las horas del día, para
empezar a dibujar las diferencias. Ese podría ser tema de otro artículo,
bastante largo por cierto.
No
conforme con eso, nuestras ciudades están inundadas con afiches, pancartas,
fachadas de edificios, con imágenes de muertos. ¡¡¡Hay EDIFICIOS que llevan la
firma del muerto, por el amor de Cristo!!!
Nuestros
gobernantes se esmeran en aparecer en cuanta pancarta pueden, al lado del
muerto (incluso si nunca se les tomó una foto juntos, gracias a las bondades
del Photoshop).
Cual si de la santísima trinidad (Padre, hijo y espíritu santo)
se tratara, nuestros organismos públicos, ministerios, hoteles del estado y cuanto sucucho
“socialista” exista, exhibe en alguna de sus presentaciones el consabido
afichito: “El difunto, el actual (que es otro difunto) y Bolívar (quien
casualmente, TAMBIEN es difunto).
Y
cuando me refiero al “actual”, digo que es otro muerto, POLITICAMENTE hablando.
Porque proclama, defiende e intenta expandir a nivel mundial, ideas vetustas,
en desuso, muertas pues. Y es que con cada jugada, cada decisión, se muere más políticamente. Para los entendidos en materia económica, estamos
MUERTOS. En calidad de vida, estamos MUERTOS. En fin, la mortandad es espantosa
en este país.
A
lo anterior, sumamos el hecho de los muertos REALES. Esos numeritos que lanzan
los periódicos todos los días en las páginas de sucesos. Esos que se acumulan
mes tras mes y al final del año suman decenas de miles, como si de una guerra
se tratara.
Y
es que hay gente que aún no se percata de que ESTAMOS en una guerra. No pienso
hacer este artículo extenso y aburrido con definiciones de guerra. Simplemente
les invito a escribir GUERRA en su buscador, y encontraran docenas de
definiciones, cada una en mayor o menor medida adecuada a la realidad que
vivimos.
Escasez,
falta de insumos, falta de alimentos, peligro latente y constante de perder la
vida, infraestructura y vialidad en total destrucción, caos, anarquía,
desesperación, fallas en los servicios básicos, familias divididas…..acaso no
es eso lo que se experimenta en una guerra? Bueno, y ¿No es eso lo que estamos
padeciendo?
Como tantas otras veces, me gusta finalizar mis artículos compartiendo una reflexión o anécdota, así
que aquí va:
Una
abuelita muy querida, que tuve hace años, me decía siempre la misma frase
cuando yo le comentaba que le tenía miedo a los muertos (cuando por ejemplo me
tocaba caminar a oscuras por la casa): “Téngale miedo a los vivos, mijo. Que esos
son los que hacen daño. Los muertos no salen”.
Hoy,
le diría a mi abuelita: “Los muertos SI SALEN abuela, ¿Y sabes qué? hacen
MUCHISIMO daño.”
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