domingo, febrero 08, 2015

ZOMBIELAND y LA CULTURA DE LA MUERTE

Por definición (si es que existe una definición más allá del entorno Hollywoodense), un Zombie es aquel ser que una vez muerto, fue resucitado a través de poderes mágicos, por una persona que lo vuelve su esclavo. En esta nueva “vida”, el Zombie no tiene voluntad alguna, simplemente OBEDECE Y ACATA los mandatos de su amo.

Venezuela se ha convertido en una suerte de ZOMBIELAND (Ciudad de los Zombies). Muchos de sus habitantes deambulan como seres carentes de voluntad propia, como si fueran víctimas de un influjo. “Compren aquí”, “vayan para allá”, “viajen a estos sitios”, “coman esto”…..Y nadie cuestiona el status quo.

Estamos rodeados, invadidos, gobernados y controlados por muertos. Sí señor, leyeron bien. Un país donde diariamente el Himno Nacional, es cantado por un muerto, en donde en decenas de emisoras de radio se oye hablar (y hasta cantar) a un muerto; en donde en cuanto acto público, bien sea en cadena nacional o no, se menciona al menos una docena de veces a UN MUERTO.
En donde los pensamientos y discursos de un muerto son estudiados (incluso en cátedras de instituciones castrenses), donde en las inmediaciones de nuestra asamblea nacional se habilita un toldo, con un televisor y unas sillas, para que los sin oficio vayan a pasar el día viendo aquel famoso y maratónico bodrio comunicacional que conducía el difunto, ustedes me dirán.

Y de seguro más de uno replicará: “¿Es que acaso no se estudia también a Bolívar, a Churchill, a Napoleón, y ellos también están muertos?”. Bueno: creo que no me alcanzarían los mega bytes de mi plan de navegación, ni las horas del día, para empezar a dibujar las diferencias. Ese podría ser tema de otro artículo, bastante largo por cierto.

No conforme con eso, nuestras ciudades están inundadas con afiches, pancartas, fachadas de edificios, con imágenes de muertos. ¡¡¡Hay EDIFICIOS que llevan la firma del muerto, por el amor de Cristo!!!
Nuestros gobernantes se esmeran en aparecer en cuanta pancarta pueden, al lado del muerto (incluso si nunca se les tomó una foto juntos, gracias a las bondades del Photoshop). 
Cual si de la santísima trinidad (Padre, hijo y espíritu santo) se tratara, nuestros organismos públicos, ministerios, hoteles del estado y cuanto sucucho “socialista” exista, exhibe en alguna de sus presentaciones el consabido afichito: “El difunto, el actual (que es otro difunto) y Bolívar (quien casualmente, TAMBIEN es difunto).

Y cuando me refiero al “actual”, digo que es otro muerto, POLITICAMENTE hablando. Porque proclama, defiende e intenta expandir a nivel mundial, ideas vetustas, en desuso, muertas pues. Y es que con cada jugada, cada decisión, se muere más políticamente. Para los entendidos en materia económica, estamos MUERTOS. En calidad de vida, estamos MUERTOS. En fin, la mortandad es espantosa en este país.

A lo anterior, sumamos el hecho de los muertos REALES. Esos numeritos que lanzan los periódicos todos los días en las páginas de sucesos. Esos que se acumulan mes tras mes y al final del año suman decenas de miles, como si de una guerra se tratara.
Y es que hay gente que aún no se percata de que ESTAMOS en una guerra. No pienso hacer este artículo extenso y aburrido con definiciones de guerra. Simplemente les invito a escribir GUERRA en su buscador, y encontraran docenas de definiciones, cada una en mayor o menor medida adecuada a la realidad que vivimos.

Escasez, falta de insumos, falta de alimentos, peligro latente y constante de perder la vida, infraestructura y vialidad en total destrucción, caos, anarquía, desesperación, fallas en los servicios básicos, familias divididas…..acaso no es eso lo que se experimenta en una guerra? Bueno, y ¿No es eso lo que estamos padeciendo?

Como tantas otras veces, me gusta finalizar mis artículos compartiendo una reflexión o anécdota, así que aquí va:

Una abuelita muy querida, que tuve hace años, me decía siempre la misma frase cuando yo le comentaba que le tenía miedo a los muertos (cuando por ejemplo me tocaba caminar a oscuras por la casa): “Téngale miedo a los vivos, mijo. Que esos son los que hacen daño. Los muertos no salen”.

Hoy, le diría a mi abuelita: “Los muertos SI SALEN abuela, ¿Y sabes qué? hacen MUCHISIMO daño.”


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