domingo, noviembre 01, 2015

LA BOLSITA Y EL PEO

Desde hace unos cuantos años, nos hemos convertido en lo que yo llamo la sociedad de la “bolsita”. Lo que antes era visto como una rareza, hoy es visto con total y absoluta normalidad: andar siempre con una “bolsita”. Creo jamás haber visto a mi papá llegar con una bolsita a la casa. Salvo cuando era fin de semana y venía del vivero, cargado de chucherías, víveres, etc.

Pero fuera de eso, no recuerdo a casi nadie con una bolsita de manera cotidiana. Hoy en día (y como dije antes, desde hace bastante tiempo ya) hemos regresado a la época de nuestros ancestros, recolectores. Por no decir, que hemos vuelto a la “pesca” y a la “caza”.

Al igual que en tiempos ancestrales, cuando no se había sistematizado la producción, distribución y almacenamiento de los alimentos, nuestros antepasados vivían el día a día: tomaban lo que conseguían por aquí y por allá, en las cantidades que les permitiera la circunstancia: en aquel entonces, quizás fuera el tamaño de la carreta o el saquito; hoy día, depende del presupuesto y del terminal de nuestra cédula.
 Y pues de esta manera, las familias, o los asentamientos humanos, se iban apertrechando con comida para sobrevivir los próximos días. Y cuando se avecinaba el invierno (o aquí, las ELECCIONES) se intentaba acumular un poco más de víveres, dado que las condiciones seguramente serían un poco más rudas en el corto plazo.

Sin ir muy lejos, yo mismo, hace unos 5 años, hacía mercado 15 y ultimo, quizás con la excepción de las cosas de uso más frecuente: el pan, el jamón, el queso, etc. Pero el mercado “grueso” como tal, se hacía cada 15 días, con total y absoluta normalidad. Hoy día, la dinámica es totalmente distinta: salimos a la calle, llenos de angustia, temor, a la “caza” de conseguir lo que sea. Si entramos a un automercado porque necesitamos pasta, y resulta que no hay, pero vemos que hay mantequilla, pues entonces llevamos mantequilla, porque NO SE SABE cuando la volvamos a conseguir. 
Y de esta forma, una actividad que otrora era al menos medianamente PLANIFICADA, como la de hacer mercado, se ha convertido en algo absolutamente errático, caótico y dictado más por el azar y la oportunidad que por la planificación y la intención. Y es así, como una simple salida al gimnasio, puede transformarse en una compra de azúcar, “porque pasé por el abasto y vi que había”, entonces, regresamos del gimnasio con la famosa “bolsita”.

Así, queridos lectores, cada uno, sin distinción de estatus, clase social, religión, nacionalidad: vemos al ejecutivo, al albañil, a la ama de casa, al chichero, al dueño de la panadería, a todos por igual, con su “bolsita” en la mano al final del día. También creo que parte de esta situación es alimentada por el famoso “golpe”. Si, ese “golpe” ó “peo” o  “sacudón” o “estallido social”, ese que estamos esperando aterrorizados a que suceda desde hace quien sabe ya cuántos años. Ese que “de este mes no pasa”, porque ya “la vaina está demasiado jodida”. Pues ese mismo.

Uno de los primeros recuerdos que tengo de esa situación, fue hace unos 6 años, cuando un conocido, de manera muy seria, solemne y firme, me dijo mientras me veía a los ojos: “Pana, vaya al mercado y compre todo lo que pueda, porque tengo contactos muy confiables dentro de Polar y me dicen que lo que queda en el país, es comida para máximo 3 semanas. El peo ya va a reventar”. En aquel momento, yo como buen incauto salí de allí, a gastarme lo poquito que me quedaba en la cuenta, en comida. Está de más decir que la comida no se acabó. Ni al mes, ni a los 3 meses, ni a los 3 años.

Dicha situación se ha venido repitiendo, con sus diferentes matices, a lo largo de todos estos años. Claro está, el “producto a desaparecer” en cuestión ha ido variando: a veces es la comida, otras veces la crema dental, otras veces el papel higiénico, otras veces los bombillos, en fin…….Nos han llevado a convertir nuestras casa en una especie de mini abastos-ferreterias-farmacias. Unos mini Makros, o Walmart pues. Donde hay de todo un poquito: en el cuarto de servicio, tenemos la sección de aseo personal y alimentos no perecederos (enlatados). Detrás del área del comedor, podrán encontrar un pequeño surtido de bombillos, tornillos, pilas y linternas. En la parte superior de los gabinetes de la cocina, tenemos un amplio surtido de jabon de lavar, aceite (para el carro y comestible) y algunos modelos de afeitadoras y toallas sanitarias. Y por si acaso, eliminamos el box-spring del cuarto: el colchón está soportado por latas de leche en polvo.

Como siempre, expresaré mi humilde opinión: los estallidos sociales, los golpes, los atentados, no se anuncian con precisión cronológica. No crean en el famoso: “Me dijo una amiga que tiene un primo casado con la recepcionista del muchacho que le hace mantenimiento a las computadoras del SEBIN. Parece que la vaina explota este fin de semana. O el Sábado entre 7 y 8 pm, o si no el Domingo antes de almuerzo. Mosca!!!”
O también los hay más certeros: “ME DIJO la hija del General Tal y Cual, que los tienen acuartelados desde hace 3 días. Parece que y que hay un grupo de militares ARRECHOS!!!!. No vayas a salir de tu casa porque la vaina está fea!”.

Primero que todo: a diferencia de una PELICULA, en donde existe un GUION y cada palabra y cada acción tiene un preciso instante, LA VIDA transcurre en pequeñas transiciones. No todo es blanco o negro. SI es cierto que hay muchísimo descontento y malestar para un sector de la población. No entraré en aguas de decir cuántos están felices y cuantos están descontentos con el estado actual de las cosas. Ni mucho menos es el objetivo de este artículo analizar el POR QUE las cosas están como están, y como podrían cambiar.

Lo que si les digo es que cuando REVIENTE EL PEO (si es que eso algún día sucede), no se anunciará ni en Twitter, ni en Facebook, ni en Instagram, ni lo avisará Mister Popo ni les llegará un e-mail para prevenirlos. Las cosas suceden y punto. Los fenómenos sociales siguen patrones hartamente estudiados, la historia generalmente se repite y aquí no hay NADA nuevo. La película es vieja, solo cambiaron el elenco. Hay una cita del escritor Estadounidense Henry David Thoureau que siempre me ha fascinado, y creo que en los actuales momentos, aplica a la perfección: “Las cosas no cambian; cambiamos nosotros”.

El día que este país comience a cambiar, no será ni por arte de magia, ni porque nos salvaron los Marines, ni porque se fue un presidente y llegó otro. El cambio deberá provenir de cada uno de nosotros, de manera sostenida y profunda, para que se puedan ver resultados. Resultados que no se verán en 6 meses, ni en 1 año, y quizás ni siquiera en 5 años.

Yo mientras tanto, sigo aquí, con MI BOLSITA.

viernes, junio 12, 2015

EL PAIS SEMANTICO

Lo que voy a decir, no es ni nuevo ni mío, pero es algo que tengo “atravesado entre pecho y espalda” desde hace muchísimo tiempo.

Es realmente impresionante, impactante diría yo, la forma recurrente y enfermiza (como si de un caso de TOC se tratara) en que el gobierno se empecina en “resolver” cada vez más y más problemas tan solo “cambiando nombres”, poniendo una palabrita aquí, quitando otra mas allá. De verdad no se si lo hacen con toda la intención de hacer que a las personas con mas de 2 dedos de frente, les hierva la sangre, o simplemente son tan obtusos que en su mente, realmente CREEN que con eso se va a solucionar el problema.

Ejemplos hay por docenas: lo que en la mal llamada cuarta república era la DIEX, luego ONIDEX, SAIME, etc. etc. etc. sigue siendo (con algunas excepciones) el mismo monstruo burocrático, chanchullero y desordenado de siempre. Cuando no hay falta de material para hacer los pasaportes, entonces “se cayó el sistema” o la página web para pedir las citas está dañada. Cuando yo renové mi pasaporte, un par de años atrás, me quedé realmente sorprendido con la “velocidad y facilidad” con que pude gestionar mi “cita”. La plataforma era rápida, la página amigable y la “cita” me la dieron realmente rápido. No es fortuito que haya escrito la palabra “cita” entre comillas todas estas veces.

Si buscamos la palabra en GOOGLE (porque ya casi nadie utiliza el diccionario) encontramos la siguiente definición: CITA :”Acuerdo o compromiso entre dos o más personas acerca del lugar, día y hora en que se encontrarán para verse o tratar algún asunto.

Y es que eso precisamente es lo que YO ingenuamente pensaba que tenía al momento de ir a sacarme el pasaporte: una fecha y una hora, en la cual me atenderían A MI. Craso error. Al llegar a la mencionada “cita”, con una media hora de anticipación (los que me conocen saben que soy un tanto maniático con la puntualidad), me doy cuenta de que hay, no menos de 200 personas que también tenían “cita” para el mismo día y a la misma hora que yo. Dado que los seres humanos (o al menos yo) no poseemos el don divino de la Omnipresencia, me llené de valor y pregunté en la taquilla de “información” que cual era el proceso a seguir. Pues muy sencillo: ¡¡¡HAGA LA COLA!!!!! La cual fue de casi 3 horas. 
No puedo cerrar este episodio sin antes mencionar, que al momento de irlo a retirar, fui un día sábado, ya que habían instalado un operativo para agilizar la entrega y en esa ocasión tardé menos de 10 minutos en entrar y salir.

Otro que me llama mucho la atención es el famoso CICPC, antes PTJ. No me extenderé mucho sobre este tema en particular, pero solo agregaré que una vez (hace aproximadamente 7 años) acompañé a un familiar a poner una denuncia y no había papel para las impresoras, por lo cual tuvimos que ir a la casa, buscar papel y regresar, para que los funcionarios pudieran tomarnos la denuncia.
Hace escasos 6 meses, me tocó ir de nuevo a poner una denuncia, y la situación era quizás peor: esta vez sí tenían papel, pero no habían ni unidades (carros) ni personal (funcionarios) para ir a hacer la experticia. En fin, a mi parecer, siguen teniendo las mismas deficiencias, sin importar como se llame. Ojo, una vez más debo destacar que a pesar de las carencias, había gente intentando ayudar.

Sin hablar del tema de los ministerios, que pareciera que experimentan “mitosis” (división celular). Entonces de uno, salen 2 ó 3.
Pero más allá de las instituciones y organismos, creo que lo que más irrita es el cambio de nombre en situaciones o acontecimientos comunes. 

El mejor ejemplo es el de los “dignificados”, anteriormente conocidos como “damnificados”.
¿Es que acaso el hecho de perder la vivienda y los enseres, vuelve a las personas automáticamente dignas? ¿Es que antes de sufrir la desgracia, no lo eran? Llámense como se llamen, esas desdichadas personas que por algún desastre natural lo han perdido todo, han sido maltratadas, ignoradas y hacinadas en espacios no adecuados por períodos de tiempo espantosamente inapropiados. Desde meter gente en el Poliedro, pasando por el fallido Sambil de la Candelaria y expropiando concesionarios de carros en construcción, no se les mejoraron sus condiciones NI en el tiempo NI de la manera adecuada.

El bendito PVJusto…..Antes era el PVP, luego creo que el PMVP, ahora es el PV Justoooooo (así, gritadito, altanero). Más de lo mismo: por el simple hecho de llamarse “justo” no significa que el mortal común, tenga la capacidad de dejar la totalidad de la quincena en simplemente comprar 3 paquetes de toallas sanitarias, 1 champú y 2 kilos de carne. El problema señores del gobierno no es si se le llama justo o injusto, el problema es la distorsión de la economía venezolana. Una distorsión que en gran medida viene dada por………(redoblante para llegar a mi favorito) ¡¡¡EL DÓLAR!!!

Amigo presidente, amigo ministro: el dólar es el dólar. CADIVI/SICAD I/SICAD II/ SICAD 10.000/ SIMADI, etc, etc, etc ……Somos el único país en el mundo con 4 ó 5 tasas de cambio coexistiendo en “imperfecta desarmonía” y por eso estamos como estamos. Si vas a viajar, vale tanto. Si vas a importar comida, vale tanto, si vas a traer medicinas, vale tanto. Si te quieres comprar un celular, es tanto. Pero el hecho, es que el dólar es uno solo, y tiene un único valor. Y de paso NO HAY.

Como siempre, debo dejar un pensamiento final, una reflexión, así que no diré más que esto: así como “No por mucho madrugar, amanece más temprano”, también aquí aplica que “no por mucho renombrar, se resuelven los problemas”.


Porque en definitiva, seamos REPUBLICA DE VENEZUELA, REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, o REPUBLICA SOCIALISTA DE VENEZUELA, al final del día, somos VENEZUELA.

martes, marzo 10, 2015

TODOS SOMOS MARGINALES

Todos somos marginales.  Sí, no se sorprendan, ya explicaré por qué hago semejante afirmación.
Cuando cursaba, si no mal recuerdo, 4° año de bachillerato, tenía un excelente profesor (llamado Jorge Torres) de Formación Social, Moral y Cívica (la cual llamábamos simplemente, “Cívica”). En aquel entonces, se me quedó en la mente una explicación que él nos hizo acerca de lo que eran “los marginales”.

Hasta aquel entonces, yo, al igual que el 99% de mis compañeros (y quizás muchos de ustedes hoy día) utilizábamos el término “marginal” de forma peyorativa, despectiva, para referirnos a las personas de muy bajos recursos, lo que comúnmente se denominaban “los pobres”.

Aquel gran profesor, nos dijo que “marginal” provenía de “margen”, es decir, personas que se encontraban “al margen de”, entiéndase “excluidas de” aquellas cosas que para la mayoría de la población, eran normales, o comunes. Léase: educación, vivienda, servicios básicos, asistencia médica.
El concepto, además de ser sencillo, era tremendamente (más bien brutalmente) claro y apropiado para describir tal situación. Pues hoy en día, no consigo una mejor manera de describir a lo que estamos sometidos TODOS los venezolanos, indistintamente de nuestra afiliación política, credo, nivel social o económico.

Veamos:

 Estamos excluidos (al margen de) la seguridad personal. Nadie (salvo las contadas excepciones de aquellos funcionarios de gobierno y sus allegados) puede salir a la calle con tranquilidad. Cada día son más y más los casos de atracos, robos, asesinatos, casos de sicariato, particularmente asesinatos con unos niveles de ensañamiento que jamás se habían visto en el país (cosas como, personas que las mataron de 35 tiros ó 40 puñaladas). Y ya no se trata de “zonas rojas” o de “horarios peligrosos”. No. Ya, en el caso de Caracas, es una INMENSA ZONA ROJA, donde el hampa hace de las suyas a plena luz del día, sin importar si hay niños o ancianos involucrados en el hecho, y tampoco importando si a escasos metros se encuentra algún módulo de algún cuerpo policial, o  un soldado con un fusil al hombro.

Estamos excluidos (al margen de) la seguridad alimentaria: que se puede decir de un país, donde muchísimo más del 50% de los alimentos que se consumen, son traídos de afuera. Donde solo un grupo de “privilegiados” son quienes reciben las divisas para efectuar la importación, generalmente a punta de jugosas comisiones. Porque si de algo podemos estar seguros, es de que AQUÍ, hay la plena capacidad de producir, no sé si el 100%, pero si un altísimo porcentaje de los alimentos que consumimos. Entonces, nos vemos a merced de los organismos que otorgan los benditos dólares, de las empresas importadoras, etc. etc. Esto sin tomar en cuenta la dificultad para obtener los pocos alimentos que se traen. Ya es lugar común hablar de colas, desabastecimiento, escasez e inflación.

Estamos excluidos (al margen de) la salud: para muchos venezolanos, hoy en día, ENFERMARSE es sinónimo de MORIR. Así de crudo y simple. Para muestra, no hace falta más que abrir las páginas de los principales diarios nacionales (si, esos diarios GOLPISTAS que inventan noticias para desestabilizar al pueblo), y allí encontraremos de manera muy detallada, el calvario que deben de sufrir por ejemplo los pacientes de cáncer, o los pacientes renales. Sin ir tan allá: salgan a buscar una simple aspirina, antibiótico o unos pañales, y me darán la razón.

Estamos excluidos (al margen de) la vivienda: el drama inmobiliario, no es cosa nueva, en eso estamos claros, pero lo que si es nuevo (y por nuevo me refiero a los últimos 16 años) es a la AGUDIZACION del problema, debido a la TOMA POR PARTE DEL ESTADO de las empresas que fabrican los suministros básicos para la construcción  (cemento y cabilla). Amén, de la incapacidad para gestionar y desarrollar viviendas en cantidades necesarias, de manera sostenida y de la mano con la empresa privada. Para este gobierno, la MEJOR “solución habitacional” es invadir un edificio, o en el mejor de los casos "hacerlos a la carrera en el primer lugar que se les antoje". Y con el tema de las invasiones, prefiero no extenderme por razones personales.
Precios absolutamente imposibles de pagar, a la hora de adquirir o alquilar una vivienda, también le ponen la cosa dura a los más jóvenes, que intentan iniciar una familia.

Estamos excluidos (al margen de) el esparcimiento y la diversión: hoy por hoy, el tan necesario “relax” se ha vuelto algo  poco menos que inalcanzable, para la gran mayoría de los venezolanos. Vayamos de lo sencillo a lo complejo: una familia de 4 personas (papá, mamá y dos niños) desean pasar un Sábado diferente y deciden y al cine a ver una película para niños. Los costos serían algo  más o menos así (al 10 de Marzo de 2015):





REGULAR
ECONÓMICO
TRASLADO CASA-CINE
TAXI
METRO

350,00
32,00
ENTRADAS
3D
NORMAL

634,00
360,00
CHUCHERIAS
(COMPRADAS EN CINE)
(LLEVADAS DE LA CASA)

1.000,00
500,00
COMIDA DESPUES DEL CINE
COMIDA RAPIDA
PERROS CALIENTES

1.800,00
1.000,00
TRASLADO CINE-CASA
350,00
32,00
TOTAL
4.134,00
1.924,00
SUELDO MINIMO 5.622,00
75%
34%

Esto indica, que incluso en la modalidad “económica”, UNA SOLA salida al cine con la familia, consume prácticamente un tercio del ingreso mensual familiar (esto para el caso de que solo uno de los padres trabaje, y gane sueldo mínimo). Es decir, algo totalmente DESCABELLADO e imposible de afrontar. No hablemos pues de ir a la playa, o de quedarse unos días en un hotel en la Colonia Tovar, ni mucho menos viajar al extranjero.

Estamos excluidos (al margen de) la protección jurídica: cualquier persona en el país sabe a qué están expuestos nuestros presos. Hacinamiento, retardo procesal, trato inhumano, tortura (en muchos casos), vejaciones, discriminación. En fin, caer preso es sencillamente CAER EN DESGRACIA. Los poderes están corrompidos hasta la médula y palabras como “imparcialidad” y “justicia”, se desconocen.


De las causas y razones, que nos han llevado a esto y de las formas de salir del atolladero, tal vez hable en una próxima oportunidad. Lo que si queda indiscutiblemente claro es que TODOS SOMOS MARGINALES.

domingo, febrero 08, 2015

ZOMBIELAND y LA CULTURA DE LA MUERTE

Por definición (si es que existe una definición más allá del entorno Hollywoodense), un Zombie es aquel ser que una vez muerto, fue resucitado a través de poderes mágicos, por una persona que lo vuelve su esclavo. En esta nueva “vida”, el Zombie no tiene voluntad alguna, simplemente OBEDECE Y ACATA los mandatos de su amo.

Venezuela se ha convertido en una suerte de ZOMBIELAND (Ciudad de los Zombies). Muchos de sus habitantes deambulan como seres carentes de voluntad propia, como si fueran víctimas de un influjo. “Compren aquí”, “vayan para allá”, “viajen a estos sitios”, “coman esto”…..Y nadie cuestiona el status quo.

Estamos rodeados, invadidos, gobernados y controlados por muertos. Sí señor, leyeron bien. Un país donde diariamente el Himno Nacional, es cantado por un muerto, en donde en decenas de emisoras de radio se oye hablar (y hasta cantar) a un muerto; en donde en cuanto acto público, bien sea en cadena nacional o no, se menciona al menos una docena de veces a UN MUERTO.
En donde los pensamientos y discursos de un muerto son estudiados (incluso en cátedras de instituciones castrenses), donde en las inmediaciones de nuestra asamblea nacional se habilita un toldo, con un televisor y unas sillas, para que los sin oficio vayan a pasar el día viendo aquel famoso y maratónico bodrio comunicacional que conducía el difunto, ustedes me dirán.

Y de seguro más de uno replicará: “¿Es que acaso no se estudia también a Bolívar, a Churchill, a Napoleón, y ellos también están muertos?”. Bueno: creo que no me alcanzarían los mega bytes de mi plan de navegación, ni las horas del día, para empezar a dibujar las diferencias. Ese podría ser tema de otro artículo, bastante largo por cierto.

No conforme con eso, nuestras ciudades están inundadas con afiches, pancartas, fachadas de edificios, con imágenes de muertos. ¡¡¡Hay EDIFICIOS que llevan la firma del muerto, por el amor de Cristo!!!
Nuestros gobernantes se esmeran en aparecer en cuanta pancarta pueden, al lado del muerto (incluso si nunca se les tomó una foto juntos, gracias a las bondades del Photoshop). 
Cual si de la santísima trinidad (Padre, hijo y espíritu santo) se tratara, nuestros organismos públicos, ministerios, hoteles del estado y cuanto sucucho “socialista” exista, exhibe en alguna de sus presentaciones el consabido afichito: “El difunto, el actual (que es otro difunto) y Bolívar (quien casualmente, TAMBIEN es difunto).

Y cuando me refiero al “actual”, digo que es otro muerto, POLITICAMENTE hablando. Porque proclama, defiende e intenta expandir a nivel mundial, ideas vetustas, en desuso, muertas pues. Y es que con cada jugada, cada decisión, se muere más políticamente. Para los entendidos en materia económica, estamos MUERTOS. En calidad de vida, estamos MUERTOS. En fin, la mortandad es espantosa en este país.

A lo anterior, sumamos el hecho de los muertos REALES. Esos numeritos que lanzan los periódicos todos los días en las páginas de sucesos. Esos que se acumulan mes tras mes y al final del año suman decenas de miles, como si de una guerra se tratara.
Y es que hay gente que aún no se percata de que ESTAMOS en una guerra. No pienso hacer este artículo extenso y aburrido con definiciones de guerra. Simplemente les invito a escribir GUERRA en su buscador, y encontraran docenas de definiciones, cada una en mayor o menor medida adecuada a la realidad que vivimos.

Escasez, falta de insumos, falta de alimentos, peligro latente y constante de perder la vida, infraestructura y vialidad en total destrucción, caos, anarquía, desesperación, fallas en los servicios básicos, familias divididas…..acaso no es eso lo que se experimenta en una guerra? Bueno, y ¿No es eso lo que estamos padeciendo?

Como tantas otras veces, me gusta finalizar mis artículos compartiendo una reflexión o anécdota, así que aquí va:

Una abuelita muy querida, que tuve hace años, me decía siempre la misma frase cuando yo le comentaba que le tenía miedo a los muertos (cuando por ejemplo me tocaba caminar a oscuras por la casa): “Téngale miedo a los vivos, mijo. Que esos son los que hacen daño. Los muertos no salen”.

Hoy, le diría a mi abuelita: “Los muertos SI SALEN abuela, ¿Y sabes qué? hacen MUCHISIMO daño.”