Este
es mi primer artículo en más de un año, y además con la particularidad de ser
escrito desde el exilio. Muchas son las razones para el exilio, y muchas más
las circunstancias en las cuales ha transcurrido, pero eso no es el tema de
este artículo. Es mucho lo que se analiza, lo que se lee y lo que se ve acerca
de nuestro país, cuando estamos fuera de él. Sin ánimos de caer en el lugar
común de la diatriba de “tú no estás aquí, así que no puedes opinar” puedo
decir con conocimiento de causa que quizás cuando estamos afuera, y salimos de
la asfixia, el aturdimiento y la toxicidad del entorno, podemos ver con un poco
más de claridad los acontecimientos y sus consecuencias.
De
lo que quiero hablar aquí, es de un tema que en lo particular vengo observando
hace muchísimo tiempo y con bastante indignación. Y es la manera en que los
opositores abordan el tema del enfrentamiento contra el adversario político.
Se
(de esto no me queda la menor duda) que habrá mucha polémica por las cosas que
voy a decir, muchas personas no estarán de acuerdo, y de eso se trata: de
disentir, de discutir, de coincidir en algunos puntos y en otros no. Es el
juego democrático y de la libertad de expresión.
Siempre
se habla de “las reglas del juego”, del carácter “pacífico y democrático” de la
oposición.
Permítanme
hacer algunas observaciones al respecto.
El
concepto de “juego” lleva ya de por sí implícito la existencia de REGLAS y de
un ARBITRO, este último dicho sea de paso, respetado y obedecido por AMBAS
PARTES. Esto es universal. Aplica para el futbol, el béisbol, el ajedrez, el
karate y el póker por igual. Desde el primer momento que alguien decide ser
parte del “juego” tiene que tener claras las reglas, y acatar las decisiones y
regulaciones del árbitro.
¿Cuál
es el problema que veo repetirse de manera de forma sistemática? Que el
oficialismo y la oposición van a un supuesto juego, en donde cada uno tiene
reglas diferentes, y lo peor, hay AUSENCIA TOTAL del árbitro. Entonces
empezamos a ver cosas como marchas, concentraciones, simulacros, etc. en los
cuales la OPOSICION pretende seguir jugando el juego de la PROTESTA PACIFICA y
el oficialismo simplemente decide limpiarse el trasero con eso.
Entonces
observamos cada vez más (especialmente en los últimos dos-tres meses) que cada
marcha deja un saldo de varios muertos porque un grupo (siempre muy reducido
por cierto) de oficialistas, apoyados por GNB, ejercito, PNB o colectivos
(nombre muy digno para designar a una cuerda de malandros) deciden arremeter de
forma violenta contra el otro grupo (generalmente MUY superior en cantidad).
Todo esto sucede porque la “pacifica” oposición es INCAPAZ de defenderse, de
accionar un arma, o al menos de darle un palazo o una pedrada al infeliz GNB
que los ataca a quemarropa con perdigones o con una bomba lacrimógena.
Señores,
esto ya no es ser pacíficos, esto es ser PENDEJOS. Esto es tan absurdo como
pretender ir a una guerra, y en el momento en que el enemigo desenfunda la
pistola para matarnos, decirle:” Un momento señor, yo no pienso dispararle a
usted, porque YO SOY PACIFICO” y el resultado obviamente será que nos maten
como a un idiota.
No
se puede ser tan ingenuo, tan ciegamente apegados a los principios, tan
estúpidos.
¿Hasta
cuándo vamos a permitir que 15 o 20 GNB armados hagan correr a 300, 500 o más
de 1000 personas? El día que esas personas enardecidas, aplasten literalmente a
esos GNB que estaban cometiendo abuso contra la población civil, otro gallo
cantará.
El
día que esas mismas personas que se dedican a grabar con sus celulares desde el
balcón de su casa, como revientan a palos 10 funcionarios a un pobre chico de
18 años, a una anciana que le destruyen el carro, se ARRECHEN y les caigan a
plomo desde las ventanas, y dejen al menos a uno de esos guardias tendidos en
el piso, ESE día comenzarán a cambiar las cosas. Ya está bueno de tanto abuso.
Dejen de lado el romanticismo y entiéndanlo de una buena vez: aquí no hay
reglas, no hay árbitro, es una guerra que hasta ahora ha sido DESIGUAL porque
la oposición no ha terminado de despertar.
Recuerden
que desde el momento en que las INSTITUCIONES dejaron de tener credibilidad
(léase CNE, TSJ, Asamblea Nacional) esto se volvió un desastre. La Asamblea
intenta aprobar una ley, el TSJ declara a la asamblea en “desacato”, etc. En
fin cada quien desconoce al otro y por ende, es imposible llegar a un acuerdo
por la vía pacífica, del dialogo. La INSTITUCIONALIDAD es la base de todo
acuerdo que pueda llevar a una resolución pacífica del conflicto en que
vivimos. La constitución reza claramente cuáles son las instituciones que
pueden regular el juego, o dicho en criollo, “quien manda a quien”. Pero desde
el preciso instante en que la constitución es pisoteada, ignorada y violada por
alguna de las partes, el juego se termina. Al menos el juego democrático. Y es
allí donde comienza otro tipo de juego,
el cual quizás no sea el que la mayoría deseáramos jugar, pero es el que hay y
hay que jugarlo.
La
salida señores, no será (a mi juicio) por la vía del dialogo, del
entendimiento, sino por la vía de la sangre, la confrontación, la violencia.
¿Quién puede razonar y dialogar con malandros violentos? Es absurdo pensar que
se puede. Habrá choque, habrá un saldo, habrá dolor…y al final, luego que se
disipe el polvo, habrá la oportunidad de empezar a reconstruir PRINCIPALMENTE
las instituciones. Es lo primero si se pretende reconstruir al país. Mientras
esto no se asimile, no se digiera, seguiremos en lo mismo: trancazos (donde los
pendejos son los que llevan los trancazos), plantones, marchas y más marchas
con su respectiva cuota de muertos (solo del lado opositor).
Este
es el JUEGO que se está jugando.